El Auditorio Nacional volvió a ser testigo del poder inagotable de El Tri de Álex Lora, que celebró más de cinco décadas de historia con su show “Simplemente Sinfónico”. Un concierto que, entre acordes, fallas técnicas y emoción colectiva, reafirmó por qué la banda sigue siendo una piedra angular del rock mexicano.
La noche arrancó con “Perro Negro”, pero al casi finalizar el tema, uno de los soportes de una de las pantallas laterales comenzó a soltarse, provocando una ligera inclinación que obligó a suspender el show por unos 30 minutos. Al regresar al escenario, Lora, con su característico humor, pidió al público “hacer como si nada hubiera pasado”, recordando que el concierto estaba siendo grabado para un futuro material audiovisual. La ovación del público fue inmediata: el rock no se detiene.
Junto a Carlos Valerio, Álex Lora desplegó una bandera mexicana para entonar el Himno Nacional, un momento solemne que contrastó con la euforia posterior de “Chavo de Onda”. Entre risas, el cantante preguntó si alguien había comprado boletos para el Mundial y, ante las quejas por los precios, alentó a la multitud a lanzar la famosa “porra prohibida por la FIFA”, encendiendo el ambiente.
“Parece fácil” marcó el regreso del buen humor, y antes de “A huevo la cagas”, Lora aprovechó para promocionar su mezcal artesanal, bromeando con que “la inspiración también necesita combustible”. La aparición de la Orquesta Azteca dio un giro sinfónico al concierto, arrancando aplausos cuando el público despidió al maestro de orquesta con un espontáneo coro de “¡culero!”.
De la nostalgia al homenaje
El Tri repasó clásicos como “San Juanico”, “Adicto al Rock and Roll”, “Juanita” y “Triste Canción”, tema que Lora dedicó a todas las “nenas”. Recordó también que el álbum Simplemente cumplió 41 años: “El año pasado cuando celebrábamos 40, andaba de Herodes en Jesucristo Superestrella, pero aquí seguimos, dando guerra”.
Uno de los momentos más emotivos llegó con “Virgen Morena”, dedicada al pianista Lalo Toral, fallecido en marzo de 2025. Lora pidió “un minuto de desmadre” en su memoria, extendiendo el homenaje a todos los fans del Tri que “se nos adelantaron”.
El repertorio avanzó con “Metro Balderas”, “Violencia, Drogas y Sexo”, “Mente Roquera”, “Niño sin Amor” y “Todo me sale mal”. Antes del cierre, el coro de la orquesta entonó “Señor, me has mirado a los ojos”, dando pie a “Solamente Dios” y, finalmente, al himno generacional “Las Piedras Rodantes”, que convirtió al Auditorio en una sola voz.
El encore llegó con “Sólo Bésame”, un cierre íntimo que equilibró la energía del concierto y dejó claro que, aunque el tiempo pase, El Tri sigue siendo el alma del rock mexicano: ruidoso, irreverente, emotivo y profundamente humano.
Comentarios
Publicar un comentario